La creatividad y el deseo de aprender son dos de las habilidades más importantes para la vida. En los niños son innatas y con potencial ilimitado, el cual debe impulsarse y desarrollar desde la educación preescolar. De todas las etapas del ser humano, la infancia constituye la etapa más importante. El correcto desarrollo de un niño tiene un impacto directo en su crecimiento general y en el adulto en el que se convertirá.
Los niños aman aprender, por lo que necesitan un ambiente que apoye el aprendizaje y las emociones que le acompañan como la alegría, curiosidad o el asombro. Sin una atmósfera que motive estas sensaciones, el desarrollo de la mente no resulta tan efectivo.
La primera infancia se define como una etapa de vida que comprende desde la gestación hasta los ocho años. Algunos de los procesos más importantes por los que atraviesan son los siguientes:
En estos procesos podemos reconocer cuatro áreas en las cuales se debe enfocar la enseñanza.
El rol de la escuela es brindar los medios, recursos e instrumentos que faciliten el aprendizaje de los niños para sentar las bases de conocimientos y habilidades que necesitarán en el futuro. La actualidad presenta un reto que la educación preescolar, o de cualquier otro nivel, no había enfrentado antes: la tecnología y la digitalización en el mundo.
Al tomar en cuenta esta realidad, el espacio y los materiales con que los niños deben de aprender tienen que desarrollar habilidades del siglo XXI, las cuales contemplan aspectos sociales, emocionales y tecnológicos.
Asimismo, los profesores deben estar capacitados para implementar soluciones en tecnología educativa de la mejor forma; esto es a través del juego, ya que para los niños de preescolar el mundo es un gigante patio de recreo sin límites para la curiosidad y en el que están ávidos por explotar su creatividad.